26/4/2023
Metodología
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La Generación Z quiere aprender así: comunidad vs. validación
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- Santander X Explorer
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En las últimas ediciones de Explorer hemos encontrado una petición reiterada de los participantes en el programa: demandan una figura que “corrija” sus entregables, que les diga si han “aprobado” o “suspendido”. En definitiva, quieren que alguien valide lo que están haciendo. Pero nuestra metodología es contraria a esto, especialmente en una etapa tan temprana del emprendimiento; otros sistemas se muestran igualmente (o incluso más) efectivos para hacerles saber si van por el camino correcto.
Los análisis sobre la Generación Z señalan que es altamente independiente en sus procesos de aprendizaje. Son numerosos los informes que definen a las personas nacidas después de 1995 como estudiantes muy enfocados hacia métodos prácticos de adquirir conocimientos; buscan implicaciones directas o una conexión con la vida real. Hablamos de nativos digitales que saben cómo utilizar la tecnología para ser más productivos y eficientes y, además, usan todas las fuentes de información a su alcance (y son muchas e inmediatas) para convertirse, prácticamente, en autodidactas.
Así, parece fácil deducir que la metodología empleada en Explorer debería adaptarse perfectamente a sus premisas: flexibilidad a la hora de afrontar los módulos, tareas que, si bien deben entregarse en un plazo determinado, también pueden ser completadas con total libertad… Incluso la inmediatez de la tecnología que mencionábamos antes juega a nuestro favor: provoca lapsos de atención más cortos, sí, pero son contrarrestados con píldoras de información más pequeñas. Es el conocido como microaprendizaje o microlearning, que favorece el dinamismo, la motivación y la retención del conocimiento.
Por si queríamos más señales de que íbamos por el buen camino, algunos experimentos habían mostrado que eliminar las notas en los trabajos o exámenes era beneficioso para el aprendizaje, ya que hacía desaparecer la presión de tener que “aprobar”, de adaptarse a una norma cuantitativa, en lugar de cualitativa. Genial: nuestra decisión de no puntuar los entregables era maravillosa y todos debían estar encantados. Pero, para nuestra sorpresa, no era así.
En Explorer nos hemos encontrado, edición tras edición, con participantes (no son pocos) que piden una figura que valide las tareas que han de entregar y les diga si lo que están haciendo es correcto. Y eso nos ha obligado a prestar atención a la otra cara de la moneda: los estudios mencionados señalan que, pese a su proactividad, los estudiantes necesitan la motivación y el apoyo de sus profesores para percibir sus habilidades y fortalezas antes de intentar otros métodos de enseñanza. No olvidemos que se sienten aislados, alienados, como avanzamos en nuestro primer post sobre cómo quiere aprender la Generación Z.
Las redes sociales son su vía de escape y, a la vez, agravan el problema: las utilizan para construir su marca personal, pero no quieren ser definidos por ellas. Buscan la validación e inclusión, pero desean diferenciarse de los demás. Ansían compañía, pero les hacen darse cuenta de que están solos. En definitiva, los enfrenta a un mundo en continuo cambio y buscan seguridad. Pero llevarlos de la mano no es la solución para hacerlos ganar confianza, por eso, tras analizar pros y contras, nos hemos reafirmado en nuestro método por una razón que creemos muy importante para su futuro desempeño profesional: han de aprender a equivocarse. Tenemos en cuenta este feedback, desde luego, pero por el momento somos contrarios a ceder ante la solicitud de una figura que puntúe sus tareas, al menos, en etapas tan tempranas del emprendimiento.
Aquí, por paradójico que parezca, las redes sociales son nuestras aliadas, no las enemigas a las que es sencillo culpar para simplificar el problema. Cuando hablamos de WhastApp como herramienta de aprendizaje ya explicamos que uno de los pilares metodológicos del programa está basado en la comunidad: queremos que el feedback entre compañeros sea el primer paso para, después, buscar el criterio de muchas otras personas. El mercado validará su trabajo y les dirá si están en el camino hacia el éxito de su idea. Y siempre cuentan con el espacio de seguridad de los Q&A, sesiones en las que una persona con mayor experiencia los orienta sobre la realización de los entregables y resuelve sus dudas. Pero jamás, jamás, valida o puntúa las tareas.
Este método tiene otra ventaja: desde el principio de su viaje emprendedor, los Explorers comprenden que hay muchas formas de abordar los problemas, tantas como opiniones reciban. De esta manera, no se quedan con el veredicto de alguien a quien se coloca en una posición de “poder” (al ser un profesor o un experto, entienden que sabe más que ellos). Si dicha figura no es la correcta, puede resultar muy tóxica, más aún en una etapa tan inicial. El aprendizaje entre pares elimina este riesgo y hace que los participantes se enfrenten a sus incertidumbres, proceso del que salen reforzados, hayan materializado su proyecto o no. Y eso les acompañará toda la vida.
Fuentes:
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