12/3/2025
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Las 10 ventajas de pelearte con tu equipo
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- Santander X Explorer
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Al principio todo era muy bonito: queríais las mismas cosas, estabais de acuerdo siempre. Pero un día os enfrentasteis. Parecía desvanecerse ese punto de vista común que os había unido para sacar adelante vuestro proyecto. Cuando pasa eso en un equipo de emprendedores ¿es el fin?
Para nada: del conflicto salen muchas cosas buenas (siempre que todas las personas sepan manejar la situación y no se pierdan los papeles). Soluciones innovadoras, cambios, crecimiento… el ambiente laboral es muy dinámico, más aún si hablamos del que se da en el emprendimiento: necesita transformación y renovación, es la forma de saber que va por el buen camino. Pero esto también provoca choques. Entendemos que busques evitarlos, pero cuanto menos te escondas de las discusiones, mejor sabrás manejarlas y, sobre todo, reconocerás lo positivo que pueden traer al proyecto. Por ejemplo:
- Nuevas ideas. Un conflicto es un arma creativa muy poderosa, ya que te impulsa a perfilar mejor tus planteamientos. Escuchar las percepciones de otra persona ayuda a moldear y aclarar las nuestras, provocando que nos apeguemos más a ellas o, por el contrario, que abramos los ojos a nuevas perspectivas. Se trata de algo altamente efectivo para alcanzar soluciones; cuando se llega a ellas, además, construye una mayor confianza y refuerza los acuerdos y el compromiso del equipo.
- Expresar necesidades. Muchas personas no obtienen lo que quieren porque, sencillamente, no lo dicen. Una discusión representa una oportunidad para verbalizar lo que necesitamos, pero cuidado: cuando defendamos nuestra postura debemos crear un equilibrio para no ser demasiado agresivos o demasiado complacientes. La confrontación nos hará más resilientes y ganaremos confianza a la hora de pedir lo que queremos.
- Flexibilidad. Una discusión no consiste únicamente en que los demás se amolden a tu postura; también te ajustarás a las suyas. La humildad y la apertura de ideas son dos “soft skills” muy valiosas que se trabajan en los enfrentamientos: si nos empeñamos en que nuestro punto de vista es el bueno “porque sí”, nos percibirán como personas conflictivas, egoístas, frágiles y controladoras, justo lo contrario de lo que alguien desea en un compañero de emprendimiento (por no hablar de un líder de equipo). Recuerda: no siempre tienes razón.
- Escucha. El éxito en una negociación o en la resolución de un conflicto no viene de la defensa a muerte de nuestra idea o del deseo de “ganar”, sino de apreciar la perspectiva de la otra persona. Para ello, debemos escucharla de forma activa, ya que así accederemos a la información que necesitamos para tomar las decisiones más inteligentes.
- Revelación de patrones de comportamiento. En una discusión podemos aprender mucho sobre el método de trabajo de otras personas, su forma de comunicarse y sus opiniones. Y saber todo eso nos ayuda a ser más efectivos en las relaciones con nuestros compañeros de equipo, ya que esos datos nos proporcionan cierto poder de “adivinación”: casi predeciremos cómo actuará la otra persona y crearemos una estrategia acorde. Asimismo, nos enseñará a respetar sus límites y a saber dónde y cuándo podemos insistir sin parecer agresivos; estaremos mejor preparados para afrontar cualquier desacuerdo.
- Soluciones. Normalmente, los cambios no son cómodos, pero son necesarios para avanzar, por ello debemos analizar, discutir, ajustar y negociar constantemente los fundamentos de nuestra idea. El conflicto abre las puertas a la reinvención y la renovación.
- Mejores habilidades comunicativas. Autocontrol, paciencia, inteligencia, autenticidad… comunicarse exige todo eso y no es sencillo llevarlo a la práctica en una discusión. Sin embargo, cuanto más nos involucremos en el conflicto, nos convertiremos en mejores comunicadores. Esto no significa que debamos crear un desacuerdo a propósito simplemente para poner en práctica estas habilidades, pero tampoco debemos escondernos: evitar un enfrentamiento provocará que no expongamos nuestro punto de vista.
- Poner límites. Aunque no lo parezca, un conflicto es la situación perfecta para marcar líneas rojas y conseguir acuerdos que respeten a todos los involucrados. En estas situaciones practicamos el autoconocimiento, ya que poco a poco sabremos cuándo seguir insistiendo, cuándo no traspasar límites y cuándo pedir a alguien que no traspase los nuestros. Además, al hablar de nuestras necesidades y “fronteras”, los demás aprenden mucho sobre nosotros.
- Control emocional. En el emprendimiento, es normal que todos los integrantes del equipo estén entusiasmados con el proyecto y, por ello, se dejen llevar por las emociones. Pero si queremos ser tomados en serio, debemos afrontar los conflictos de una manera calmada. Utilizar frases cortas y sencillas para exponer nuestros argumentos y permanecer abiertos a otras opiniones nos allanará el camino hacia la resolución del problema; a la vez, mostrar estas formas de autocontrol permitirá que otras personas empaticen y confíen en nosotros.
- Diferenciación. Podemos aprender mucho sobre nosotros mismos gracias a las diferencias que observamos respecto a otras personas. Esto se conoce como diferenciación: la capacidad de exponer nuestros argumentos con convicción y, a la vez, ser capaces de ver los puntos de vista de aquellos que piensan distinto a nosotros. Además, defender lo que consideramos importante cuando estamos en desacuerdo con otros es la base de la salud emocional y de una comunicación exitosa. Los demás absorben y responden a esa información, lo que lleva a ajustes. De ahí surgen las soluciones, la meta de todo conflicto.
Fuente:
Foto de Jason Goodman en Unsplash.